jueves, 1 de diciembre de 2022

EL ARTE DEL ISLAM

El espacio urbano

Es un tanto extraño hablar del espacio urbano entre los árabes, ya que ellos procedían del desierto y no tuvieron conciencia del fenómeno urbano. En un principio los árabes no crearon ciudades, ya que dominaron a los países más urbanizados de la cuenca mediterránea y no comprendieron a los conjuntos urbanos que dominaron. A los árabes les eran extrañas las estructuras racionales de las ciudades helenísticas, ya que para ellos la ciudad era algo muy elemental, como un organismo simple, sin más función que la puramente religiosa, por tanto sobraban elementos como el ágora, el teatro, etcétera.

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La ciudad islámica no es un artificio racional, sino un organismo biológico fundamentalmente, de ahí que presente sus casas en callejuelas tortuosas, formando volúmenes compactos y sin más espacios abiertos que los patios interiores. El carácter específico de la ciudad islámica reside en el concepto de calle, de manera que podríamos decir que es una ciudad sin calles, por cuanto éstas son meros lugares de paso, irregulares y confusas, a veces de carácter exclusivamente privado, como nos muestran tantos callejones sin salida. Nuestras ciudades medievales han heredado no pocos detalles de este peculiar sentido de la calle, que aún vemos en los barrios viejos, pese a las transformaciones de los tiempos.

Como las ciudades cristianas, las islámicas se cerraban con murallas, quedando dentro el núcleo principal llamado "medina", la mezquita mayor, la madrasa -escuela o universidad religiosa-, la alcaicería o barrio comercial, los barrios residenciales y los arrabales, que, a veces, se cerraban con sus propias murallas. Elemento primordial de la ciudad fue la puerta, de valor funcional y simbólico muy acusado, puesto que se trataba de un verdadero organismo arquitectónico, como un lugar de transición entre el espacio exterior y el interior.


Santiago Sebastián López y Salvador Aldana Fernández, Historia del Arte, Editorial Marfil, Alcoy 1979, págs. 118 y 119.


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