Virgilio, Geórgicas, III, 284
Miré los muros de la patria
mía,
si un tiempo fuertes ya
desmoronados
de la carrera de la edad
cansados
por quien caduca ya su
valentía.
Salime al campo: vi que el sol
bebía
los arroyos del hielo
desatados,
y del monte quejosos los
ganados
que con sombras hurtó su luz
al día.
Entré en mi casa: vi que
amancillada
de anciana habitación era
despojos,
mi báculo más corvo y menos
fuerte.
Vencida de la edad sentí mi
espada,
y no hallé cosa en que poner
los ojos
que no fuese recuerdo de la
muerte.
El poeta que con más talento utilizó el ingenio barroco, con mordacidad, sarcasmo, pasión amorosa, nihilismo, estoicismo, moralismo social, conservadurismo político y, sobre todo, maestría literaria, nació el 14 de septiembre de 1580.
Prisionero en el convento de San Marcos, Quevedo escribió a un amigo que gran parte de su tiempo lo empleaba en leer "buenos y malos autores, porque no hay ningún libro, por despreciable que sea, que no tenga alguna cosa buena".
Stanley G. Payne, 365 momentos de la historia de España, Espasa, Madrid 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario