https://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_del_Riego |
La figura histórica de Rafael del Riego es una de las más controvertidas de la historia contemporánea española. Sacada de la oscuridad de una vida de guarnición por el acto animoso de 1 de enero de 1820, y lanzada por este mismo acto súbitamente al primer plano de la vida nacional, pasó a simbolizar la propia Revolución de 1820 mientras ésta existió, e incluso después, transmutada en el Himno de su nombre, en símbolo otra vez, ya definitivo de los impulsos revolucionarios más nobles del pueblo español. Riego como símbolo, pertenece al terreno de la fantasía o de la memoria colectiva, que también es Historia; pero durante cuatro largos años, de enero de 1820 a noviembre de 1823, Rafael del Riego vivió su propio símbolo, del que quiso siempre escapar, sin lograrlo nunca, y al final supo morir por él: de aquí su tragedia. Pocos hombres en España habrán gozado de la inmensa popularidad de que gozó Riego. Lo menos que podemos decir es que supo ser leal a su popularidad, puesta al servicio de una causa nacional, pero le faltó talento político y perspicacia y le sobró bondad, por lo que su vida pública, pasado el momento inicial, fue un continuo fracaso, al que acompaña, un poco en sordina, la queja continua del protagonista. Riego mismo tuvo gran parte de culpa en su propio fracaso; pero, habrá que decirlo, con él fracasó también el pueblo español: la imaginación popular no andaba del todo descaminada.
Alberto Gil Novales, Rafael del Riego. La Revolución de 1820, día a día,
Tecnos, Madrid 1976, página 11.
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