Yo no sabía que Trotsky había muerto de hachazo estaliniano, dejando su sangre revolucionaria sobre la ilustre arcilla de México, y que antes de eso había escrito contra el fondo bohemio y burgués que hay en todo el arte, incluso en el que se cree subversivo, yo no sabía casi nada, en aquellos crepúsculos morados y negros de niebla y silencio, pero intuía que la cultura era un mundo aparte, una salvación, un ámbito más pacífico, menos sangriento y menos apremiante que la vida.
Francisco Umbral, Las ninfas, Barcelona, Bibliotex, 2001, página 25.
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