La cultura es el mundo donde los patios se llaman claustros. Yo pasaba del patio de la vida al claustro de la cultura. Yo cruzaba patios góticos, escurialenses, platerescos, rococó, patios románticos con yedra, patios militares con soportales, patios nobles con pozos, fuentes y arbustos, y aquella sucesión de patios era ya para mí la sucesión de los libros, de las épocas históricas, de los ciclos culturales. Era como pasar de los egipcios a los griegos, o de los griegos a los caldeos, o de los barrocos a los románticos, o de los clásicos a los ilustrados. El cruzar los patios de aquel palacio era para mí como cruzar los ámbitos sucesivos y gratos de la cultura, porque todavía me imaginaba el Renacimiento como un jardín, el Clasicismo como una estatua, el Romanticismo como una enredadera.
Francisco Umbral, Las ninfas, Barcelona, Bibliotex, 2001, páginas 26 y 27.
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