MARTÍN LUTERO, UN FRAILE OBSESIONADO POR LA SALVACIÓN (I)

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Lutero nació el 10 de noviembre de 1483, en Eisleben, condado de Mansfeld (Turingia) y murió el 18 de febrero de 1546 en su misma ciudad natal. Fue el hijo mayor de un campesino que se había convertido en minero. Estudió en la escuela de Mansfeld (1489-1495), luego en la de Magdeburgo (1497-1498) con los Hermanos de la Vida Común -herederos de la devotio moderna-, y Eisenach (1498-1501). Durante estos años consolidó en su espíritu la idea de un cristianismo demasiado moralista, con abundantes referencias a las brujas y a los demonios. Había por doquier una aguda conciencia del pecado, las gentes se veían incapaces de redimirse. Luego fue a Erfurt (1501-1505), donde obtuvo el título de Magister artium, hoy diríamos doctorado en filosofía. (...) Lo importante era la voluntad, no la gracia de Dios. La voluntad divina se acentuaba hasta convertirla en arbitraria. Así, antes de comenzar a estudiar teología, ya sentía perjuicio debido al método filosófico. Nunca conoció la alta escolástica que sitúa la gracia en el centro de la vida del hombre.

Aunque empezó a estudiar Derecho, decidió entrar en el convento de los agustinos ermitaños de la ciudad, frente a la oposición de su familia.

Enrique García Hernán, Martín Lutero, Ignacio de Loyola, Madrid, Arlanza, 2007, página 19.