miércoles, 22 de abril de 2015

DON QUIJOTE

Ni cuando estuve aquel mes en la corte ni luego, cuando me puse a servir a mi señor don Quijote, olvidé de dónde era; al contrario, se diría que cuanto más nos alejamos de nuestro lugar, más se nos pinta él en la memoria, y no hay un solo día de los que el hombre está lejos del suyo que no piense en él, por lo menos siendo pobre; que el pobre lleva consigo su patria allá donde va, y más le sabe el pan en su casa al pobre que la presa en la ajena... Quien lo probó en aquella maldita ínsula lo sabe.

Andrés Trapiello, El final de Sancho Panza y otras suertes,
Barcelona, Destino, 2014, página 47.

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