miércoles, 28 de enero de 2015

TOMÁS DE AQUINO

La enseñanza dice Tomás, es una de las formas más elevadas de la vida espiritual en general, precisamente porque en la enseñanza se unen la vita contemplativa y la vita activa, no al modo de una yuxtaposición externa, no simplemente de una manera "fáctica", sino en una unión natural y necesaria. El verdadero maestro participa una verdad, que primeramente ha comprendido como tal en una mirada puramente receptiva, a otros hombres que igualmente quieren y deben apropiarse de esa verdad. El docente mira, pues, a la verdad de las cosas; éste es el aspecto contemplativo de la enseñanza. Es también el aspecto del silencio, sin el cual la palabra del maestro no tendría ascendencia y sería aspaviento, charlatanería, cuando no engaño. Pero el maestro mira al mismo tiempo a la cara de hombres vivientes y se somete al trabajo metódicamente disciplinado y fatigoso de explicar, mostrar, y transmitir. Donde no tiene lugar esa mediación, no existe la enseñanza. Uno es tanto más maestro cuanto más intensivamente y apasionadamente viva estos dos rasgos; por una parte, la relación con la verdad, la facultad de la silenciosa aprehensión de la realidad; por otra parte, el asentimiento de los oyentes y discípulos. Y se puede decir que Tomás ha realizado efectivamente ambas cosas en su persona con una gran intensidad.

Josef Pieper, Introducción a Tomás de Aquino. Doce lecciones
Madrid, Rialp, 2005, páginas 109 y 110.

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