El instinto igualitario es aquí, creo, mucho más fuerte que en otras partes, pero de un igualitarismo de muy fea nivelación. Como que a él se debe más que a otra cosa la Inquisición.
La Inquisición española, en efecto, lo he dicho varias veces, no fue tanto una institución religiosa o más bien clerical cuanto política y, dentro de lo político, popular, profundamente popular. No fue la Iglesia católica la que impuso a España la Inquisición, sino que fue el pueblo español quien se la impuso a la Iglesia católica española. Y fue mientras duró un instinto profundamente popular y hoy todavía sigue siéndolo. Porque la Inquisición no ha acabado. Y no me refiero a la católica, ¡no! Los otros, los anticatólicos, los librepensadores, los racionalistas, no son en España menos inquisitoriales que aquellos otros a quienes combaten.
(Publicado en La Nación, Buenos Aires, 21 de marzo de 1913)
Miguel de Unamuno, Libros y autores españoles contemporáneos,
Madrid, Espasa-Calpe, 1972, página 102.
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