jueves, 16 de mayo de 2013

LENIN

Durante la guerra mundial millones de balas alcanzaron su objetivo. Los ingenieros idearon los proyectiles más violentos, más potentes y de más largo alcance. Pero ninguno lo tuvo mayor ni fue más decisivo para la historia reciente que ese tren que, cargado con los más peligrosos y más decididos revolucionarios del siglo y procedente de la frontera suiza, atraviesa silbando toda Alemania, para llegar a San Petersburgo y allí hacer que el orden de la época salte en pedazos.
(...)
Cuando el tren entra en la estación finlandesa, en la enorme explanada delantera hay cientos de miles de trabajadores. Guardias de honor de todos los batallones y regimientos aguardan al que regresa del exilio. Suena La Internacional. Y cuando aparece Vladímir Ilich Uliánov, el hombre que antes de ayer aún vivía en casa del zapatero remendón, es agarrado por cientos de manos y subido a un tanque. Desde las casas y desde la fortaleza, los proyectores le enfocan a él, que desde el carro blindado dirige su primer discurso al pueblo. Las calles tiemblan. Y pronto empiezan los "diez días que conmocionaron el mundo". El proyectil ha alcanzado y destruido un imperio, un mundo.
 
Stefan Zweig, Momentos estelares de la humanidad. Catorce miniaturas históricas.
El tren sellado. Lenin 9 de abril de 1917.
 Barcelona, Acantilado, 2002, páginas 283-285.

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