Voyage en Icarie, 1840 |
Si consideramos las riquezas de que ha colmado al género humano la Naturaleza bienhechora, y la inteligencia o la Razón con que le ha dotado para servirle de instrumento y de guía, es imposible admitir que el hombre esté destinado a ser infeliz sobre la tierra; y si, por otra parte, vemos que es esencialmente sociable, y por consiguiente simpático y afectuoso, tampoco podremos admitir que sea naturalmente malo.
No obstante, la historia de todos los tiempos y países nos muestra solamente trastornos y desórdenes, vicios y crímenes, guerras y revoluciones, suplicios y mortandades, calamidades y catástrofes.
Empero si estos vicios y estas desdichas no provienen de la voluntad de la Naturaleza, preciso es, pues, buscar su causa en otra parte.
¿Y dónde hallaremos esta causa sino en la mala organización de la Sociedad, ni el vicio radical de esta organización sino en la desigualdad que le sirve de base?
Étienne Cabet, Viaje por Icaria I, Ediciones Orbis, Barcelona 1985, página 31.
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