Llegado el siglo XVIII, el primer Borbón, FELIPE V, da un salto adelante en el proyecto de la unidad administrativa al abolir las singularidades valencianas y catalanas, tras una guerra civil, que lejos de provocar sentimientos secesionistas manifiesta dos formas enfrentadas de entender España, como vuelve a ocurrir en 1833 y 1936. Con todo, los verdaderos protagonistas de la centuria serían los REFORMISTAS ILUSTRADOS quienes bajo el paraguas protector de Fernando VI y Carlos III intentan modernizar el país y acortar las distancias respecto de Europa. En su batallar por una nueva España, a ninguno de ellos le tembló el bisturí al diseccionar las rémoras del pasado, ya fueran instituciones, fronteras, privilegios, el dominio de la Iglesia o la explotación del campesinado por la aristocracia. La piqueta de FEIJOÓ desguaza las leyendas que se hicieron pasar por historia y MAYANS evita que caigan en el olvido las obras de los cĺásicos españoles. Esperanzado ante los trabajos de OLAVIDE, el campo andaluz y extremeño sueña con su REFORMA AGRARIA y, en sintonía con las lecciones de MACANAZ, los ministros CAMPOMANES y URQUIJO sostienen la primacía de la Corona sobre la Iglesia. LEÓN DE ARROYAL busca las causas de la decadencia española, JOVELLANOS encuentra algunas en el mal reparto de la tierra y en la ociosidad de la aristocracia y CABARRÚS se fija en la falta de instrucción. Desde su cátedra de Zaragoza, NORMANTE fustiga los privilegios de los nobles, por más que unos cuantos de ellos colaboren en la renovación intelectual mediante las SOCIEDADES ECONÓMICAS DE AMIGOS DEL PAÍS.
Fernando García de Cortázar, Biografía de España,
Barcelona, Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 1998, páginas 36 y 37.
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