martes, 14 de noviembre de 2017

EL IMPERIO CRISTIANO Y EL NACIMIENTO DE LA CULTURA BIZANTINA

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Mientras el Occidente latino se iba sumergiendo en el caos y en el barbarismo, en Oriente no sólo subsistía el imperio, sino que era el centro de un nuevo movimiento cultural. La historia de este proceso ha sido más olvidada que ninguna otra fase de la cultura europea. Los modernos estudios históricos han tomado como punto de partida dos momentos: la historia de la antigüedad clásica y la de las modernas nacionalidades, con lo que las cosas ajenas a estos esquemas fueron menospreciadas e incomprendidas. (...) En realidad, la cultura bizantina no es una mera supervivencia decadente del pasado clásico; se trata de una creación nueva, que forma el trasfondo de todo el desarrollo cultural de Medievo, y, hasta cierto punto, incluso del Islam. Verdad es que la grandeza de la cultura bizantina radica más en las esferas religiosas y artísticas que en sus realizaciones sociales y políticas. El recrudecimiento del interés hacia la historia bizantina en estos últimos años se debe casi por entero a la nueva estimación del arte bizantino, bien que si admiramos el arte de un pueblo no podemos luego menospreciar su cultura. Sin embargo, la misma duración del imperio oriental muestra que también debió poseer elementos de fuerza política y social.
Pero si queremos comprender la cultura de Bizancio y apreciar sus verdaderos resultados, es inútil juzgarla con los criterios de la Europa moderna, ni siquiera con los de Grecia y Roma. Mejor sería cotejarla con el mundo oriental, haciéndose cargo del sitio que en él ocupa al lado de las grandes civilizaciones contemporáneas del Este, como las de la Persia sasánida y los califatos de Damasco o Bagdad.

Christopher Dawson, Los orígenes de Europa, Madrid, Rialp, 2007, páginas 113 y 114.

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