Hubo otra guerra...
Nadie en esa guerra marcaba sobre el mapa dónde se acababa la zona neutral y por dónde pasaba la línea del frente. Nadie hubiera podido contar cuántos soldados luchaban allí, ni cuántas armas había. En esa guerra disparaban los cañones antiaéreos, las ametralladoras y las escopetas de caza. Las carabinas viejas. Allí no había pausas ni ofensivas dirigidas, muchos lucharon en solitario. Morían en solitario. No eran los ejércitos (las divisiones, los batallones, las compañías...), combatía el pueblo: los partisanos y los grupos clandestinos, los hombres, los ancianos, las mujeres, los niños. Lev Tolstói se refería a ese ímpetu polifacético como "la porra de guerra popular" y "la calidez oculta de patriotismo". A su vez, Hitler (repitiendo las palabras de Napoleón) se quejaba ante sus generales de que "Rusia no combate según las reglas".
Svetlana Alexiévich, La guerra no tiene rostro de mujer, Barcelona, Debate, 2015, página 287.
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