viernes, 15 de enero de 2016

CARLOS IV

Entre los historiadores que en los últimos tiempos se han ocupado de aquella España, singular, de Carlos IV, es frecuente constatar que el rey tuvo muy mala prensa lo mismo en sus días que después de su muerte en el exilio italiano. Y si bien es cierto que todos cuantos han escrito y escriben sobre él se guardan de identificar la suya con las personalidades de la reina María Luisa de Parma y de Godoy, no lo es menos que nunca se libró del sambenito de consentidor y abúlico: a lo largo de su vida no habría hecho otra cosa que plegarse a los caprichos de su mujer y del favorito. (Página 7)

Carlos IV , desafortunado en tantas cosas, no ha tenido suerte entre los historiadores. No la ha tenido porque su persona y su reinado fueron asimilados a María Luisa de Parma y a Godoy, dos personajes a los que siempre fue difícil acercarse con serenidad y trasmitir sin pasión. Por eso los primeros escritos acerca de los tres, o de alguno de ellos en particular, fueron apasionados, muy apasionados, y dieron la pauta a la inmensa mayoría de los que llegarían después. Casi todos ellos trataban con comprensión a Carlos IV, con ira incontenible a su mujer y a Godoy. (Página 9)

Teófanes Egido, Carlos IV, Madrid, Arlanza Ediciones, 2001.

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