miércoles, 18 de marzo de 2015

GALDÓS

LA SOCIEDAD GALDOSIANA

Los personajes de Galdós, como sus modelos reales, son muy pobres de doctrina. Viven al día. Y la de él, la de Galdós, se reducía acaso al progresismo generoso y romántico, pero cándido de sobra, sencillo, de la Setembrina, de la Revolución española del año 1868.
El mundo social que en sus obras nos deja eternizado es el de la Restauración y la Regencia, un mundo de una pobreza intelectual y moral que pone espanto.
En la obra de Galdós, como un espejo fidelísimo, se retrata la pavorosa oquedad de espíritu de nuestra mal llamada clase media, que ni es media ni es apenas clase. 
(...)
Galdós ha muerto cuando está muriendo -así, al menos lo queremos creer- la triste España de la Restauración y la Regencia, la España episódica y anecdótica, pero no histórica. Han ceñido las tinieblas el alma de Galdós, cuando se hace noche cerrada para la España crepuscular, después de la Setembrina.
Galdós -ante su muerte hay que decirlo con sinceridad- no sintió lo que llamamos cuestión social, como no lo sintieron nuestros progresistas de 1868 que creían que las heridas de la libertad con libertad se curan; sintió, en cambio, el problema de la libertad de conciencia y de la libertad civil.
(...)
Cuando pasado el tiempo, se lea, dentro de unos años, o aun siglos, la obra de Galdós, para hacer en ella la España de la Restauración borbónica y de la Regencia habsburgiana, sentiráse toda la inmensa desolación de una muchedumbre amorfa y amodorrada de hombres y mujeres anémicos, sin huesos, sin fe ni esperanza, de un pueblo que soñaba en el puchero y la cama, diciendo: "Se vive".

(Publicado en El Liberal, Madrid, 5 de enero de 1920).

Miguel de Unamuno, Libros y autores españoles contemporáneos,
Madrid, Espasa-Calpe, 1972, páginas 176 y 177.


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