viernes, 26 de septiembre de 2014

ILUSTRACIÓN

Todo ese afán por clasificar, catalogar, ordenar... forma parte de ese espíritu ilustrado propio de una sociedad en avanzado estado precapitalista. La Enciclopedia fue, tal vez, el mayor y más conocido esfuerzo que en este sentido realizó el siglo XVIII, pero debe ser inscrita en un movimiento europeo (...) y en el que España también colaboró. Llevar la ilustración a cada hombre y oficio exigía previamente catalogar las verdades, separar lo verdadero de lo falso. Enseñar cosas útiles era, según el Informe sobre la Ley Agraria (1795) de Jovellanos, enseñar a los campesinos y demás clases laboriosas del país el contenido de unas breves, sencillas y rigurosas cartillas rústicas redactadas por los sabios, que contuvieran un útil catálogo de recetas y consejos tomados de las más elevadas y complicadas verdades de la ciencia. El enciclopedismo, como pidieron Campomanes y Jovellanos, intentaba poner el saber más cerca del interés, romper esa absurda separación entre artes y ciencias o, dicho de otro modo, entre oficios mecánicos y trabajo intelectual.

Antonio Lafuente y José Luis Peset, La Enciclopedia
Cuadernos de Historia 16, núm. 3, págs. 23 y 24. Madrid, 1985.

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