martes, 4 de marzo de 2014

EXPRESIONISMO


http://www.artepinturaygenios.com/2012/04/georges-grosz-y-el-movimiento-de-la.html

Por encima de las obras de Schiele y del famoso El grito, de Edward Munch, el cuadro del museo que más me inquietaba era El enfermo de amor (1916), del caricaturista Georg Grosz. (...) Así las cosas, ese enfermo de amor había estado en Dusseldorf hasta que, por desgracia, llegó hasta nosotros, sembrando el desánimo. No sólo me angustiaba la mesita circular, allá al fondo, con tres sillas tambaleantes; no era sólo el rostro deformado del retratado (una máscara grotesca e infamante que refleja a la perfección la inmoralidad de quien la exhibe), sino que me turbaba también el perrito azul que hay en un esquina y que da la impresión de que va a saltar de un momento a otro para morder a su presa. No hay nada en este cuadro que no sea inquietante: la pistola pintada junto al corazón rojo, las manos frías y cadavéricas, caídas, sosteniendo blandas un bastón que parece una espada; y esa forma de sentarse, tan lasciva; y la media sonrisa del protagonista, así como su cráneo afeitado, y su ojo oscuro y su nariz afilada y... ¿Debo seguir? Ese sol (pero ¿es un sol? que hay en el fondo me atormenta lo indecible, así como también la inestabilidad de los objetos en la mesilla en que se apoya el codo de ese enfermo: la pipa de tabaco, la copa, la botella. Todo se balancea; nada está en su sitio: todo se puede caer y ese enfermo seguirá ahí con su mirada ávida y perversa.
En El arte está en peligro,  Grosz dejó escrito: "Puedo resumir así la esencia de mis experiencias: los hombres son cerdos. Su vida no tiene otro sentido que satisfacer su hambre de comida y de mujeres"

Pablo D'Ors, El estupor y la maravilla
Valencia, Pretextos, 2007, págs. 135 y136.

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