lunes, 10 de marzo de 2014

CASTELAR, ORADOR (I)

La voz de Castelar (...) ¡La voz! Pero la voz espiritual; lo íntimo del verbo; el son por el que se va a la visión, el soplo o espíritu por el que se va a la idea. Dos veces le oí yo -yo que os hablo de esto- a Castelar; una siendo yo mozo, en el Paraninfo de la Universidad de Madrid; le oí materialmente y olvidé luego el timbre físico de su voz. Pero volví a oírle, y esta vez el espíritu de su voz, en Elda, donde él se crió, cuando al tener yo que hablar en la celebración del centenario de su nacimiento, hube de recitar, leyéndolos, algunos de sus más sentidos o íntimos recuerdos de niñez y de mocedad. Sentí que su espíritu encarnaba en el mío, en mí voz su voz. Y una vez más comprendí todo el sentido recóndito de aquellas palabras con que se abre el Evangelio de San Juan, de que Dios era el Verbo, y en el Verbo estaba la vida y la vida es la luz de los hombres. El verbo, la palabra, llevado por el son, el espíritu. Y por el son a la visión, lo repito. Vi la Elda espiritual por el son castelarino. Castelar me representó su pueblo.
(Publicado en Ahora, Madrid, 20 de febrero de 1935).

Miguel de Unamuno, Libros y autores españoles contemporáneos,
 Madrid, Espasa-Calpe, 1972, página 226.


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