lunes, 11 de febrero de 2013

SERRANO



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El general bonito
 
Francisco Serrano Domínguez fue bautizado por la reina Isabel II con el nombre de "general bonito". La soberana tenía diecisiete años y se había casado seis meses antes, aunque las desavenencias con su marido Francisco de Asís ya habían comenzado. A instancias del rey consorte, el general Narváez nombró a Serrano capitán general de Granada. Veinte años más tarde, el "general bonito" había de acaudillar la revolución que destronó a Isabel. El marqués de Villaurrutia nos ha dejado un precioso retrato del general: " ... Érale la gramática parda más familiar que la de la Academia Española... tenía una mano izquierda que le permitía torear los más terribles miuras de la política sin sufrir una cogida. Decía que daba gracias a Dios por no haber nacido mujer porque, no sabiendo decir que no, hubiera sido una grandísima... pecadora. Reemplazaba el no con el navajeo, en que era consumado maestro. Su ambición era tan grande como la de Espartero y no se paraba en barras constitucionales ni legales; mas, como nacido de mejor cuna y criado en más finos pañales, procuraba siempre envolverla en buenas formas.
 

Luis Carandell, Las anécdotas de la política,
Barcelona, Planeta, 2004, pág. 173.





 


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