jueves, 20 de diciembre de 2012

CABRERA

Cuando aquel día no entramos en Madrid supe que habíamos perdido la guerra, pero todavía quedaba mucha pelea por delante.
Siempre he tenido un sexto sentido que me avisa de cuando las cosas se ponen feas. Y la verdad es que, en ese momento crítico, igual pudimos haber ganado, aunque todo sucede sólo una vez y no hay que darle vueltas. La vida, al final, es una gavilla inconexa de recuerdos truncos, deformados, porque la mente de los viejos no da para más. Lo que pasó nunca fue exactamente como lo recordamos, sino que se nos aparece por dentro envuelto en una bruma que destiñe los hechos y los emborrona a medida que van pasando los años. Es así como repensamos nuestra propia historia. Ficciones que el tiempo insaciable va devorando sin aportar otra cosa que sombras.

Fernando Martínez Laínez, El rey del Maestrazgo. Luces y sombras del caudillo carlista Ramón Cabrera. Barcelona, Ediciones Folio, 2006, pág. 9.

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