(A las calendas griegas). Esta locución trata de expresar que algo, especialmente el cumplimiento de una obligación o propósito, se aplaza para una época ilusoria. Se trata, por tanto, de un tiempo que no ha de llegar, pues los griegos no tenían calendas, pero los romanos sí.
En el antiguo calendario romano, las calendas denominaban el primer día de cada mes.
La difusión de esta expresión latina, que se utiliza para indicar que un asunto ha sido aplazado indefinidamente, se debe a Octavio Augusto, quien, según cuenta el historiador Suetonio en Doce Césares, refiriéndose a los malos pagadores, irónicamente, dijo: "pagarán en las calendas griegas", es decir, no se sabe cuando o lo que es lo mismo: nunca, ya que en el calendario griego no hay calendas.
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